La gente del pueblo se ha unido por muchas causas. Eso es algo que caracterizaba la Zaraza en la que yo crecí. Hechos recientes indican que ese espíritu de buen paisano no se ha perdido. Zaraza se fundó bajo la premisa de buena vecindad, de gente que reconstruyó el pueblo de las cenizas y la guerra. La unión de los pobladores de ayer y hoy han logrado cambios significativos para el pueblo. Como aquella caminata de 2010.
En 2009 la inseguridad era tangible. La gente tenía miedo de salir a la calle por la cantidad de asesinatos, secuestros y robos que eran reportados semanalmente. Ya se habían producido protestas exigiendo justicia por la muerte de comerciantes que cayeron a causa del hampa.
Al alcalde Freddy Alí Gómez le llovían las denuncias y los reclamos. La gente tenía miedo y estaba harta de tener miedo. Las emisoras de radio se convirtieron en un canal de desahogo. «Hagan algo», se escuchaba repetidamente.
En mayo de 2010 nació la campaña «Zaraza, yo quiero vivirte sin miedo», cuyo nombre era el mismo clamor del pueblo. Un grupo de jóvenes integrado por Luis Borges, Javier Sotillo, Frenmily Díaz, Luisandreina Ramírez, Roxire Carrillo y quien escribe esta crónica, ideó unir a todos los sectores posibles para manifestarse en contra del mal que nos agobiaba.
Borges, quien lideraba el grupo, escribía aquel inicio de la cruzada:
«Apenas empieza hoy una agenda plagada de buena voluntad y esperanza, no tenemos la solución a un mal profundo, ofrecemos nuestras ideas para luchar, no dividiremos conciencias, construiremos una oportunidad para romper el mito del silencio y dar pasos hacia una mejor concepción de ciudadanía. No tenemos la cura del mal, te pedimos que unidos nos ayudemos a encontrarla, no tenemos poder político ni económico, tenemos la voluntad como arma y la fe como escudo».
Luis Borges, mayo 2010.
Muy pronto el equipo encontró el apoyo de la iglesia católica local. El padre Jaramillo de la parroquia Banco Obrero se unió a las voces que insistentemente comenzaban a invitar, a través de las emisoras de radio, a una «caminata por la paz» que se realizaría el 22 de mayo de 2010.
«Sin política, sin división ni discriminación» era el eslogan. El grupo se embarcó en la maratónica labor de contactar a los líderes políticos del pueblo, consejos comunales, partidos de oposición, escuelas, fundaciones y comerciantes. La respuesta fue inmediata. El alcalde Gómez invitó a la comitiva a participar en un evento. Ese día ofreció el espaldarazo a la organización y prometió que asistiría.
El día de la caminata
Es imposible olvidar la logística de ese día. La caminata concluiría con la misa en Banco Obrero, pero necesitábamos una especie a tarima. Ahí nos veo todavía cargando tablones de madera para construir un escenario improvisado. Al rato, la necesidad era un camión para montar el sonido. No tardó el pueblo en responder con camión, cornetas y micrófono.
Toda estaba listo para la concentración. ¿Iba a responder el pueblo?, me preguntaba yo, al menos.
Comenzó a llegar la gente. La meta era unir a todos los sectores posibles. La convocatoria había sido efectiva, pero iba más allá de nuestras expectativas. Llegó el alcalde, los consejos comunales, los empresarios, las amas de casa y hasta los equipos de béisbol.
Estábamos listos para comenzar. El padre Jaramillo, de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Banco Obrero se ubicó al frente, seguido de un joven que sostenía un crucifijo que era el escudo de la masa vestida de blanco. Y marchamos.
Al llegar a Banco Obrero la masa se unió a la plegaria, en una eucaristía en la que también participó el padre Guido Kaisín.
Esa vez el pueblo se unió por una causa común. Los robos y secuestros, por supuesto, no se detuvieron, pero el precedente quedó establecido. Zaraza quería vivir sin miedo y tenía la intención de manifestarlo cuantas veces fuera posible. Con Dios como escudero.