Todos los días desde cualquier lugar se escucha la voz del Pollo Pinto, que va pasando por la calle, perifoneando, nombrando cuanto comercio usted pueda encontrar por el centro del pueblo.
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La brisa sopla con tanta fuerza que las hiladas y siempre coloridas bambalinas de la calle Comercio de Zaraza producen un sonido fastidioso. La calle no es calle, es gente. Gente con la cara pintada, con sombreritos, matracas. Algunos pasean envueltos en sábanas, telas de colores con flequillos, nalgas y senos ficticios. Cualquier cosa es posible: un hombre es una bolsa de harina Pan con precio de 25 bolívares, otro es un singular y añorado kilo de azúcar Montalbán. Un par causa risa por su atuendo por aquí, y más allá vienen otros.
En la esquina del Banco de Venezuela, frente a la plaza El Carmen, hay un tarantín con música llanera. No hay señales ni de humo ni de papelillos que adviertan que las carrozas vienen cerca, que el señor del carrito verde viene diciendo “Sí, señores. Esto es Zaraza en Carnaval” y que esa frase se repita infinitamente.
En el punto llanero se presenta Rafael Quintana, el coplero, quien presuntamente tiene aspiraciones políticas en el pueblo. Suelta a todo pulmón unas coplas. Saluda a la gente y todos gritan. La frase cliché parece ser “el carnaval de Zaraza es el mejor”, a la que todos responden con brincos, gritos y aplausos. Está prendida la parranda en esta esquina, pero más allá, hacia la plaza El Médano, la gente también está animada. Y la gente baila que baila, toma que toma, ríe que ríe. Así es Zaraza cuando llega carnaval.
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Allá viene Aguido Felipe Pinto, pero casi nadie lo conoce por ese nombre, sino como el Pollo Pinto.
Desde hace 35 años le abre paso al desfile de carrozas con su carrito verde, viejo pero vivo. Este vehículo ha soportado lluvia y sol desde hace unos cuantos años.
Posiblemente en alguna oportunidad crearán una carroza alegórica a este carro tan popular, aquí en Zaraza. Tendrían que hacer una estructura no muy grande y pintarla de verde, exceptuando el capó que es gris, o blanco, o verde con gris y blanco. En el vidrio deberán colocarle una etiqueta amarilla que diga “Publicidad Pinto” y arriba montarle una base de hierro con unas cornetas. Con pintura roja tienen que hacerle un raspón del lado derecho, y además simularle un golpe, no muy fuerte, producto de un choque. Lo mismo tienen que hacer en las manillas de las puertas. Hacer el carro verde de Aguido no es muy difícil. Lo que no es tan sencillo es representar su papel.
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Aguido no es de Zaraza, pero llegó hace mucho tiempo proveniente del estado Anzoátegui. Antes de llegar a Zaraza y crear su negocio de publicidad ambulante, limpió zapatos y vendió periódicos. Ahora pasa todo el día perifoneando por el pueblo y hasta tiene su propia agrupación musical.
En carnaval es como un numerito de lotería. Su carro va siempre de primero en el desfile inaugural. “¡Allá viene el Pollo Pinto!”, dice la gente. Desde lejos se le reconoce por la luz amarilla, tipo sirena, que le adaptó al latón verde superior del carro. Y su voz es inconfundible. Viene apartando a la gente, pidiendo permiso, educadamente. Viene invitando a que cuiden a los niños, que los agarren de las manos y no los suelten.
Y otra vez dice “Sí, señores. Esto es Zaraza en carnaval”.
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Siempre carga puesta una guayabera, o en su defecto, una camisa mangas cortas abierta hasta el tercer botón. En el pecho cae una cruz, en su mano un reloj color bronce. Cuando se presenta con su grupo Pasión Show toca la charrasca. Y entona las más populares canciones: raspacanillas, merengues campesinos y otros ritmos tropicales. Nunca falta en su repertorio la guayabita madura, y la sonada carta final del grupo Armonía 10: “Adiós, mi amor, adiós mi bien, le ruego al señor que seas feliz”.
“¡Ánimo, Zaraza!”, dice cuando está frente a la Plaza El Carmen. Le da la bienvenida a los turistas, que por los gritos, hacen notar que son bastantes.
Y se va el Pollo con su carro y más atrás vienen las comparsas. Pero delante de él, siempre está César Augusto Gómez, el popular Chivín, el Rey Momo vitalicio de Zaraza, un personaje zaraceño, ícono del carnaval de Zaraza.