La poesía está viva. Tan viva que salva el alma y la mente de quienes ven de cerca la furia catastrófica de la guerra. Como la corresponsal del diario The New York Times que lee poesía en Ucrania para distinguir la humanidad de la brutalidad. De la misma manera se refugian en versos y prosas quienes aman ese oficio.
Pero dónde están los poetas. Nuestros poetas. Los buscamos y conseguimos nada menos que la esperanza de quienes como Rodolfo Moleiro, dejan el «mundo a la puerta» para mirar profundo. Y su musa es Zaraza, sus bondades y sus abismos.
Miriam Maura Mallorquín se siente orgullosa de haber cofundado, en marzo de 2022, la Asociación de Poetas y Escritores de Zaraza, ASOPEZA. Ella, junto a un grupo de zaraceños, busca promover y difundir la poesía y la expresión escrita «para así llegar al sentir de los zaraceños».
A pesar de no haber nacido en Zaraza, siente el pueblo como propio y teme que la memoria histórica se esté zanjando en el olvido y el desarraigo. Peor aún, que la historia contemporánea sea esa hoja del libro que nadie escribió.
«Se está perdiendo la historia contemporánea del pueblo y abriéndose un abismo o vacío de más de cincuenta años», dice la licenciada en letras egresada de la Universidad Central de Venezuela. Considera que debería existir una comisión de historia local que registre no solo lo que pasó durante el siglo pasado, sino el presente.
«Tenemos un cronista con la edad sobre su cuerpo, y su asistente, quienes no disponen de los recursos adecuados. Hace falta escribir para preservar la memoria del pueblo», agrega en entrevista con Infozaraza.
Lo que dice se siente como el afán que tuvo Moleiro cuando escribió que «el mundo de afuera es un recuerdo de sonidos». La memoria de la que quiere dejar constancia –ella y sus compañeros de ASOPEZA– es la del pueblo con sus deficiencias y bondades.
La caraqueña reside en Zaraza desde 1985. Desde entonces ha dejado huella en las aulas del liceo Eduardo Delfín Méndez, Creación Zaraza y en la Universidad Simón Rodríguez. Su pasión por el idioma y las letras se ha convertido en poesía, libros, segmentos en la radio local y en publicaciones de Facebook.
Su contemplación de Zaraza y su admiración por los poetas que hicieron grande al pueblo, han sembrado un auténtico sentido de pertenencia en ella. Y es por eso que le preocupa el olvido.
«De la época dorada de Zaraza quedó lo escrito y publicado, y lo que muchas personas atesoran y no muestran. Mucha de la obra de Ernesto Luis Rodríguez debería ser consulta para la historia local de Zaraza (…) Sigo con mi afán de que incluso tengamos una imprenta para publicar, aunque sea de forma artesanal, nuestros escritos».
Jorge Agobian (JA): Hay quienes dicen que llamar a Zaraza la «Atenas del Guárico» es exagerado y que el lema no se adapta al presente. ¿Usted qué opina?
Miriam Mallorquín (MM): Desde mi visión, sin ser zaraceña, no se siente exagerado. Lo digo por la profusión de escritores, poetas, músicos, artistas, educadores que aportaron al hacer cultural, la sociedad y el arte. Además fue una generación brillante en cuanto a investigaciones y conocimientos se refiere. Lo mejor hay que buscarlo dentro de cada uno para conocernos y dar lo máximo, es mi sencilla interpretación. Sinceramente creo, o mejor, he sentido en el zaraceño una agudeza especial, que si la aplicara para el bien común y propio sería genial.
JA: Los zaraceños siempre fueron reconocidos por su arraigo y por el orgullo a su gentilicio ¿Ha cambiado eso? ¿Por qué?
MM: Creo que en el centro del alma del zaraceño sigue vivo ese sentir genuino por su lugar de origen. Tal vez la influencia de otras culturas, la invasión de las redes que manejan un sinfín de contenidos, los haya alejado de su ser, pero observo que llevan su terruño como un sello, y aflora donde quiera que estén. Los que han emigrado añoran su Zaraza. La mayoría de los que vinimos de otros lugares nos hemos quedado. El pueblo ha crecido mucho y rápidamente. Ahora, la industria reguetonera y el apego al celular han hecho mella en los más jóvenes. Como dicen, están imbuídos de tecnología inmediata y esta actitud de satisfacción efímera los aleja de su arraigo. Tal vez estemos equivocados, por aquello de que el hombre es universal y no debería haber fronteras, pero ¿a lo fugaz? ¿prendados de un objeto? Son mis dudas. ¿Tal vez el tiempo y la experiencia los cambie? O ¿serán seres desprendidos sin arraigo?