En Ucrania y Polonia el nombre de nuestro pueblo significa «peste», «plaga» o «enfermedad». El término comenzó a usarse en Europa en 1346, cuando surgió la pandemia de peste bubónica (mejor conocida como la «Peste Negra»).
En 1944 el poeta polaco Józef Szczepański escribió «Czerwona Zaraza» [«Plaga Roja»] durante la Segunda Guerra Mundial. El poema hace referencia a la esperanza fallida de los insurgentes de Varsovia de que el Ejército de la Unión Soviética los salvaría.
Pero lo que para ellos es «zaraza», para nosotros es «Zaraza».
Somos un pueblo reconocido como la «Atenas del Guárico», que hace alusión nada menos que a la capital de Grecia, epicentro del pensamiento filosófico y de la historia.
Desde 1853 nos llamamos Zaraza, en homenaje al prócer de la Independencia de Venezuela, Pedro Zaraza.
Algunas pestes por las que hemos sufrido (el Cólera en 1854, y COVID en 2021) han unido al pueblo. De hecho, los estragos de la epidemia de Cólera en nuestra población dieron inicio a una tradición única: la procesión del Cristo de la Salud, declarada patrimonio cultural de Venezuela.
Somos un pueblo servicial y pujante que no escapa del desgobierno. Como lo expresó hace tres décadas uno de nuestros más notables autores: «¿Qué se le cobra a Zaraza? Ha dado hijos ilustres que han rebasado con su fama las fronteras nacionales».
Zaraza, «la sultana del Unare», como la llamó Víctor Ovalles, se ha levantado de las cenizas durante su historia, literalmente. Pero el espíritu de hermandad de sus pobladores la ha reconstruido más y mejor.
Nuestra historia viaja por el mundo. Está en cada zaraceño que enaltece su arraigo en Paris, Dubai o Nueva York. Está, de hecho, en las bibliotecas más prestigiosas del mundo.
De poemas, tenemos el del célebre poeta Ernesto Luis Rodríguez, que nos ensancha el corazón de orgullo.
“En la llanura que un día fue plenitud de mi raza, no hay tierra como la mía, no hay pueblo como Zaraza”.
Artículo publicado el 5 de abril de 2022 al cumplirse 169 años de la fundación del Cantón de Unare.